Heath's Modern Language Series: Spanish Short Stories Part 11
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VII
Hermosa fiesta la de esta noche en casa de los senores de ***!
Los tambores atruenan la sala. No hay quien haga comprender a esos endiablados chicos que se divertiran mas renunciando a la infernal bulla de aquel instrumento de guerra. Para que ningun humano oido quede en estado de funcionar al dia siguiente, anaden al tambor esa invencion del Averno, llamada zambomba, cuyo ruido semeja a grunidos de Satanas.
Completa la sinfonia el pandero, cuyo atroz chirrido de caldereteria vieja alborota los nervios mas tranquilos. Y sin embargo, esta discorde algazara sin melodia y sin ritmo, mas primitiva que la musica de los salvajes, es alegre en aquesta singular noche, y tiene cierto sonsonete lejano de coro celestial.
El Nacimiento no es una obra de arte a los ojos de los adultos; pero los chicos encuentran tanta belleza en las figuras, expresion tan mistica en el semblante de todas ellas, y propiedad tanta en sus trajes, que no creen haya{72-1} salido de manos de los hombres obra mas perfecta, y la atribuyen a la industria peculiar de ciertos angeles dedicados a gana.r.s.e la vida trabajando en barro. El portal de corcho, imitando un arco romano en ruinas, es monisimo, y el riachuelo representado por un espejillo con manchas verdes que remedan acuaticas hierbas y el musgo de las margenes, parece que corre por la mesa adelante{72-2} con placido murmurio. El puente por do pasan los pastores es tal que nunca se ha visto el carton tan semejante a la piedra; al contrario de lo que pasa en muchas obras de nuestros ingenieros modernos, los cuales hacen puentes de piedra que parecen de carton. El monte que ocupa el centro se confundiria con un pedazo de los Pirineos, y sus lindas casitas, mas pequenas que las figuras, y sus arboles figurados con ramitas de evonimus, dejan atras a la misma Naturaleza.
En el llano es donde esta lo mas bello y las figuras mas caracteristicas: las lavanderas que lavan en el arroyo; los paveros y polleros conduciendo sus manadas; un guardia civil que lleva dos granujas presos; caballeros que pasean en lujosas carretelas junto al camello de un Rey Mago, y Perico el ciego{73-1} tocando la guitarra en un corrillo donde curiosean los pastores que han vuelto del Portal. Por medio a medio, pasa un tranvia lo mismito que el del barrio Salamanca;{73-2} y como tiene dos _rails_ y sus ruedas, a cada instante le hacen correr de Oriente a Occidente con gran asombro del Rey Negro, que no sabe que endiablada maquina es aquella.
Delante del Portal hay una lindisima plazoleta, cuyo centro lo{73-3} ocupa una redoma de peces, y no lejos de alli vende un chico _La Correspondencia_, y bailan gentilmente dos majos. La vieja que vende bunuelos y la castanera de la esquina son las piezas mas graciosas de este maravilloso pueblo de barro, y ellas solas atraen con preferencia las miradas de la infantil muchedumbre. Sobre todo, aquel chicuelo andrajoso que en una mano tiene un billete de loteria, y con la otra le{73-4} roba bonitamente las castanas del cesto a la tia Lambrijas, hace desternillar de risa a todos.
En suma: el Nacimiento _numero uno_ de Madrid es el de aquella casa, una de las mas princ.i.p.ales, y ha reunido en sus salones a los ninos mas lindos y mas juiciosos de veinte calles a la redonda.
VIII
Pues y el arbol? Esta formado de ramas de encina y cedro. El solicito amigo de la casa que lo ha compuesto con gran trabajo, declara que jamas salio de sus manos obra tan acabada y perfecta. No se pueden contar los regalos pendientes de sus hojas. Son, segun la suposicion de un chiquitin alli presente, en mayor numero que las arenas del mar. Dulces envueltos en cascaras de papel rizado; mandarinas, que son los ninos de pecho de las naranjas; castanas arropadas en mantillas de papel de plata; cajitas que contienen globulos de confiteria homeopatica; figurillas diversas a pie y a caballo: cuanto Dios crio para que lo perfeccionase luego la Mahonesa o lo vendiese Scropp,{74-1} ha sido puesto alli por una mano tan generosa como habil. Alumbraban aquel arbol de la vida candilejas en tal abundancia, que, segun la relacion de un convidado de cuatro anos, hay alli mas lucecitas que estrellas en el cielo.
El gozo de la caterva infantil no puede compara.r.s.e a ningun sentimiento humano; es el gozo inefable de los coros celestiales en presencia del Sumo Bien y de la Belleza Suma. La superabundancia de satisfaccion casi les hace juiciosos, y estan como perplejos, en serafico arrobamiento, con toda el alma en los ojos, saboreando de antemano lo que han de comer, y nadando, como los angeles bienaventurados, en eter puro de cosas dulces y deliciosas, en olor de flores y de canela, en la esencia increada del juego y de la golosina.
IX
Mas de repente sintieron un rumor que no provenia de ellos. Todos miraron al techo, y como no veian nada, se contemplaban los unos a los otros, riendo. Oiase gran murmullo de alas rozando contra la pared y chocando en el techo. Si estuvieran ciegos, habrian creido que todas las palomas de todos los palomares del universo se habian metido en la sala.
Pero no veian nada, absolutamente nada.
Notaron, si, de subito, una cosa inexplicable y fenomenal. Todas las figurillas del Nacimiento se movieron, todas variaron de sitio sin ruido. El coche del tranvia subio a lo alto de los montes, y los Reyes se metieron de patas en el arroyo. Los pavos se colaron sin permiso dentro del Portal, y San Jose salio todo turbado, cual si quisiera saber el origen de tan rara confusion. Despues, muchas figuras quedaron tendidas en el suelo. Si al principio las traslaciones se hicieron sin desorden, despues se armo una baraunda tal, que parecian andar por alli cien mil manos afanosas de revolverlo todo. Era un cataclismo universal en miniatura. El monte se venia abajo, faltandole sus cimientos seculares;{75-1} el riachuelo variaba de curso, y echando fuera del cauce sus espejillos, inundaba espantosamente la llanura; las casas hundian el tejado en la arena; el Portal se estremecia cual si fuera combatido de horribles vientos, y como se apagaron muchas luces, resulto nublado el sol y obscurecidas las luminarias del dia y de la noche.
Entre el estupor que tal fenomeno producia, algunos pequenuelos reian locamente y otros lloraban. Una vieja supersticiosa les dijo:
No sabeis quien hace este trastorno? Hacenlo los ninos muertos que estan en el cielo, y a los cuales permite Padre Dios, esta noche, que vengan a jugar con los Nacimientos.
Todo aquello tuvo fin, y se sintio otra vez el batir de alas alejandose.
Acudieron muchos de los presentes a examinar los estragos, y un senor dijo:
Es que se ha hundido la mesa y todas las figuras se han revuelto.
Empezaron a recoger las figuras y a ponerlas en orden. Despues del minucioso recuento y de reconocer una por una todas las piezas, se echo de menos algo. Buscaron y rebuscaron, pero sin resultado. Faltaban dos figuras: la Mula y el Buey.
X
Ya cercano el dia,{76-1} iban los alborotadores camino del cielo, mas contentos que unas Pascuas, dando brincos por esas nubes, y eran millones de millones, todos preciosos, puros, divinos, con alas blancas y cortas que batian mas rapidamente que los mas veloces pajaros de la tierra. La bandada que formaban era mas grande que cuanto pueden abarcar los ojos en el es.p.a.cio visible, y cubria la luna y las estrellas, como cuando el firmamento se llena de nubes.
a prisa, a prisa, caballeritos, que va a ser de dia--dijo uno,--y el Abuelo{76-2} nos va a renir si llegamos tarde. No valen nada los Nacimientos de este ano... Cuando uno recuerda aquellos tiempos...!
Celinina iba con ellos, y como por primera vez andaba en aquellas alt.i.tudes, se atolondraba un poco.
Ven aca--le dijo uno,--dame la mano y volaras mas derecha... Pero que llevas ahi?
--Esto--repuso Celinina oprimiendo contra su pecho dos groseros animales de barro.--Son pa mi, pa mi.
--Mira, chiquilla, tira esos munecos. Bien se conoce que sales ahora de la tierra. Has de saber que aunque en el Cielo tenemos juegos eternos y siempre deliciosos, el Abuelo nos manda al mundo esta noche para que enredemos un poco en los Nacimientos. Alla arriba se divierten tambien esta noche, y yo creo que nos mandan abajo porque les mareamos con el gran ruido que metemos... Pero si Padre Dios nos deja bajar y andar por las casas, es a condicion de que no hemos de coger nada, y tu has afanado eso.
Celinina no se hacia cargo de estas poderosas razones, y apretando mas contra su pecho los dos animales, repitio:
Pa mi, pa mi.
--Mira, tonta--anadio el otro,--que si no haces caso, nos vas a dar un disgusto. Baja en un vuelo, y deja eso, que es de la tierra y en la tierra debe quedar. En un momento vas y vuelves, tonta. Yo te espero en esta nube.
Al fin Celinina cedio, y bajando, entrego a la tierra su hurto.
XI
Por eso observaron que el precioso cadaver de Celinina, aquello que fue su persona visible, tenia en las manos, en vez del ramo de flores, dos animalillos de barro. Ni las mujeres que la velaron, ni el padre, ni la madre, supieron explica.r.s.e esto; pero la linda nina, tan llorada de todos, entro en la tierra apretando en sus frias manecitas la Mula y el Buey.
OBRAR BIEN... QUE DIOS ES DIOS
POR FERNaN CABALLERO{79-1}
I
La vertu est aussi une force.
TOULLOTE.
La virtud es tambien una fuerza.
Saliendo del pueblo de Dos Hermanas en direccion a Sevilla, vense a la izquierda olivares, que se prolongan en linea recta, y que al interna.r.s.e, se alzan sobre un cerro dilatado, aunque de poca altura. En la cima se halla escondido entre los olivares un antiguo castillo, que labrarian{79-2} los moros sobre aquel cerro, porque domina una extensa llanura. Hallabase no ha muchos anos, y suponemos que aun hoy dia se hallara, en el mismo estado en que lo tuvieron los arabes,{79-3} sin mas variacion que haberse convertido en molino de aceite el local que probablemente fue cuadra, en trojes lo que seria{79-4} almacen, y en estancia para los trabajadores campesinos lo que seria cuartel de las tropas. Con estas variaciones, a favor de las cuales del estado militar paso al estado civil, esto es, de castillo se convirtio en hacienda,--adquirio legitimamente el nombre de Serrezuela, que puede fuese{79-5} el nombre de su conquistador cristiano, aunque no lo sabemos. Lo que si sabemos,{79-6} y nos interesa mas, es el nombre que le puso y conservo el pueblo extra judicialmente en los archivos de la tradicion, y fue el de Castillo del ultimo Moro.--He aqui el hecho que le valio el nombre.
En la epoca de la expulsion de los arabes,{80-1} el caudillo que defendia el castillo nunca quiso rendirse ni capitular. Mucho tiempo se mantuvo encerrado entre sus muros de argamasa, como el leon en su jaula de hierro. Todos los dias se le veia{80-2} subir con sus companeros a una de las cuatro torres que flanqueaban en sus angulos el cuadrado castillo, para descubrir en la inmensa extension de terreno que abarcaba su vista, si le llegaba socorro de los suyos; pero en vano! El Santo Rey los habia ahuyentado a todos. Hecho el reconocimiento, bajaba,--si bien marchitas las esperanzas,--inmutables, firmes y lozanos los brios.
Poco a poco observaron los sitiadores aminora.r.s.e el numero de los que le acompanaban, hasta que le vieron subir solo. Siguio imperterrito en su inspeccion diaria que hacia descolorido, caido de fuerzas, pero siempre entero de animo.
Un dia no subio. Aquel dia escalaron los cristianos los muros sin hallar resistencia. Al pie de la escalera de la torre encontraron armado, en pie y sin vida, al nunca rendido ultimo Moro.
Efectivamente, aquel castillo de argamasa aislado y obscuro, sin mas comunicacion con lo exterior que la puerta de entrada, flanqueado con sus cuatro torres coronadas de almenas, semejantes a piramides de cementerios, parece un gran ataud. Esta estrechamente rodeado de olivos que le cercan apinados, como para enterrarlo. Cual la{80-3} del navegante, nada percibe la vista del que esta dentro, o en su cercania, sino una mult.i.tud de verdes copas de olivos,--semejantes a la mult.i.tud de verdes olas de la mar,--y el cielo sobre su cabeza. La escalera, por la que subia el moro a la plataforma de la torre, esta derruida, y no prestando utilidad, no ha sido reedificada. No siendo tampoco necesario para las sencillas gentes campesinas que alli moran ninguno de los requisitos que sirven en los edificios labrados para ser comodamente habitados, el Castillo del ultimo Moro permanece en el mismo ser y estado marcial, escueto y fuerte que tuvo, y es digna tumba del que lo defendio hasta su muerte.
Nada mas triste que ese resto tan intacto de un pasado tan desvanecido!
Esa eterna existencia entre extranos es triste en su inmovilidad; cual la del Judio errante en su incesante movimiento. Que sobrevive y queda de aquel hecho heroico? Una tradicion en boca del pueblo, que nadie escucha, y esa gran tumba de heroes sepultada entre olivos, sobre la cual las simbolicas ramas de estos estampan por solo epitafio: Paz a los muertos!
Heath's Modern Language Series: Spanish Short Stories Part 11
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Heath's Modern Language Series: Spanish Short Stories Part 11 summary
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